Cómo fue el crimen de Ángeles Rawson cometido por el portero femicida
Ángeles «Mumi» Rawson fue asesinada el 10 de junio de 2013 en su edificio del barrio porteño de Palermo y su cadáver apareció al día siguiente en la planta de tratamiento de residuos de la Ceamse en la localidad bonaerense de José León Suárez, en uno de los femicidios con mayor repercusión de la historia criminal argentina y en el que el portero Jorge Néstor Mangeri (52) terminó condenado a prisión perpetua.
En el juicio realizado en 2015, se dio por acreditado que aquel día a las 9.50 –horario en el que quedó grabada por una cámara de la cuadra-, Angeles (16) regresaba de su clase de gimnasia, llegó al edificio de Ravignani 2360, en Palermo, pero no entró a su departamento de la PB «A» porque se topó en el hall con el ahora condenado.
Para la Justicia, con algún engaño, el portero llevó a Ángeles a un sitio del edificio -para la fiscalía fue el sótano y para la querella la portería del octavo piso-, y allí inició un ataque sexual no consumado que, por la resistencia de la víctima, terminó en el homicidio.
Una junta médica concluyó que Ángeles murió estrangulada y sofocada en no más de cinco minutos y que su asesino le fracturó cinco costillas, la clavícula derecha y una vértebra.
Si bien la chica no llegó a ser violada, la víctima tenía en una de sus rodillas, en la ingle y en la cara interna de los muslos, lesiones paragenitales que probaron que Ángeles padeció un abuso sexual.
Según la sentencia, Mangeri ató y acondicionó el cadáver de la adolescente dentro de bolsas de residuos para luego desecharlo en algún contenedor de basura, razón por la que al día siguiente fue hallado en la Ceamse de José León Suárez.
Si bien al inicio se sospechó de algún asesino que la interceptó en la calle, luego de la aparición del video que probaba que había llegado a la casa, la mira se posó sobre el entorno familiar de la víctima, en especial, sobre su padrastro, Sergio Opatowski, hasta que la noche del viernes 14 de junio, Mangeri fue llevado a la fiscalía para una declaración testimonial y allí se autoincriminó cuando le dijo a la fiscal María Paula Asaro: «Soy el responsable de lo de Ravignani 2360».
Esa confesión no tuvo valor legal, pero la evidencia clave contra Mangeri fue el cotejo de ADN que determinó que debajo de la uña del dedo índice de la mano derecha de Ángeles se halló el perfil genético del portero, lo que probó que la chica rasguñó a su asesino en un intento de defensa.
Además, el encargado tenía 34 lesiones de las cuales más de 20 eran arañazos que habían sido enmascarados con quemaduras.
El 15 de julio de 2015, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9 condenó a Mangeri a prisión perpetua como autor de los delitos de «femicidio en concurso ideal con abuso sexual y homicidio agravado criminis causae».